¿Qué capacidades perdieron los profesores y estudiantes de matemáticas? ¿en qué cambió su «didáctica» o las estrategias, reflexiones, discursos que quizás se propiciaron con la aparición de la calculadora científica? Estoy seguro de que fueron muchos en los lugares a los que llegó en su momento… Quiero estar seguro. Quisiera pensar en los diálogos de docentes y estudiantes o de las comunidades académicas del momento. Qué notaron que cambiaba cuando la capacidad de hacer operaciones aritméticas podría llegar a depender de la comprensión de un dispositivo que transformaba sesudos procesos a dos combinaciones de teclas. Nuestras madres lo saben y nosotros, con el celular en la mano, no podemos negarlo. Algo pasó.
Quizás al tenor de Platón y Fedro, la escritura como tecnología no ayuda-ba mucho a la memoria y a la reflexión, pero luego vimos cómo esa tecnología potenció otras habilidades; surgieron otras destrezas -ahora necesarias- dentro de esta área. Cabe ahora la pregunta en nuestros días: en qué cambia o qué cambia en nosotros la introducción de determinadas tecnologías. Ahora lo sabemos bien, desde la neurociencia planteada para el aprendizaje y también para la enseñanza, y más aún en otras cotidianidades: nuestra ubicación espacial se potencia y afecta con la aparición de los mapas y el gps, nuestra memoria se «especializa» al dejar ciertos datos al cuidado de dispositivos (perdón por el tropo). Con el propósito de Google(c), organizar toda la información del mundo, ya el lugar de las respuestas dejó de ser prioridad de nuestros pares, padres y madres, y ahora es «del tío google«; las preguntas no las hacemos hacíamos a la «Británica» o al Encarta, sino directamente, hasta al lugar del correo llegamos buscando por este potente motor de búsqueda.
Pero el escenario cambió,
…y así como con la calculadora y otras tecnologías, los docentes que tenemos que ver con habilidades comunicativas básicas como escribir y leer, y con habilidades menos básicas como buscar, organizar y analizar información (las denominadas CMI), tenemos que movernos en una dirección. Si ya con la infoxicación generada por las mareas de datos y los motores de búsqueda teníamos la ocupación de promover el uso, aplicación y desarrollo de competencias informacionales y habilidades digitales (incluidas o no en las competencias del siglo XXI), ahora tenemos que agregar algunas que se encontraban en el horizonte pero a las que no veíamos con urgencia de transformación. Hablo de la alfabetización humana (funcionamiento de entornos humanos), alfabetización en el uso de datos (lectura, análisis y uso de la cadena de valor del conocimiento) y alfabetización tecnológica (incluyendo programación).
En cuanto a la alfabetización humana, el humanismo, tenemos la tarea de destacar la interacción social, la interacción emocional y la consciencia de nosotros mismos. Destacar los tipos de alfabetización que se centran en darle un lugar primordial a los valores, las relaciones y la ética/estética del conocimiento. Como se citaba el año anterior a raíz del supuesto cierre de la pandemia, debemos fortalecer las competencias ciudadanas, la ciudadanía digital y elementos como la pedagogía de la ostensión sin que pierda el lugar la razón primera de la educación, la socialización.
Esto significa, básicamente, que como docentes no podemos permitir (seguir permitiendo) que la tecnología imponga sus didácticas a base de prácticas que llegan ya hechas al aula. Muy seguramente los cursos de uso de las calculadoras surgieron mucho después de que los estudiantes las llevaban ya con algunas conexiones neuronales establecidas para desaprender en clase. Hoy ya la calculadora pasó su auge y solo algunos docentes exigen de las otras tecnologías para rescatar lo perdido en alguna parte de nuestra evolución.
Antes de que llegue más potente al aula, y aun después, debemos reconocer que nuestros estudiantes no llegarán solo con aquellas prácticas de buscar, copiar, pegar, cambiar la letra y parafrasear la respuesta que se ha pedido construir. Esos cinco pasos que algunos daban, si no es que traducen para que el detector de plagio no los halle tan rápidamente, ya se reducen a dos: enúncielo y preséntelo.
Prompt and share…
Como lo venimos comentando, y aunque se convierta en algo de acceso-no-gratuito, hay más que ChatGPT en inteligencia artificial. Algunas de sus aplicaciones, como «Project Relate» son realmente útiles e importantes para la socialización y el fortalecimiento del tejido social en donde se desee.
Así es que «para los gustos, los sabores», y de ese modo, las aplicaciones de la Inteligencia Artificial ya se encuentran en distintos y variados, todos con la genealogía que sus predecesores sospecharon: inteligencia, lingüística, computación, neurociencia… Sabor a imagen, a video, a texto, y a casi cualquier tarea que el mal docente le pueda proponer al impávido estudiante que presenta su trabajo diciendo «espero que le guste, profesor».
Estos «sabores» pueden hacer la tarea más sencilla, pero a la vez más compleja; quizás incluso podamos decir, «larga vida a las tareas»: en cuanto a las Competencias para el Manejo de la Información ya no hemos de preguntar a Google(c) buscando potenciar la primera actividad (buscar); ya las evocaciones de la Inteligencia Artificial nos reducen la tarea, casi llegan hasta la elaboración de la propia actividad.
Por eso y más puntos que estaremos tratando en este escenario, es necesario, importante, urgente, perentorio, que el docente a cualquier nivel se ponga a la tarea, y antes de diseñar sus actividades de aula, se actualice con -por lo menos- cinco actividades. Con ellas podremos saber si en realidad hemos de decir «adiós a las tareas» con la incursión de herramientas como #ChatGPT:
Acciones para antes de…
- Probar hasta donde le sea posible el funcionamiento de esta tecnología.
- Asumir el rol de sus estudiantes frente al «par» en el que se puede constituir esta tecnología en cualquiera de sus evocaciones.
- De forma paralela, plantearse una reflexión seria acerca de las formas de enseñar y comunicar en clase: incluir alguna indicación, política o reseña en la que se tenga en cuenta esa línea como parte de las didácticas y normas de cada experiencia de enseñanza y aprendizaje (actualice su silabus con esta panorámica).
- Explorar qué competencias o aprendizajes se «transforman» con esta tecnología y avanzar con actividades y estrategias en torno al tema y su integración para que se minimice o reoriente el rumbo de las experiencias que estamos creando.
El quinto punto tiene lugar en su interacción con el grupo de estudiantes: dialogue abiertamente con ellos sobre el uso, potencial y acuerdos en torno al ambiente que se crea con esta herramienta y sus aplicaciones. Permítales saber que usted está allí, no solo para calificar, sino para acompañar y orientar.
Muy seguramente «nada cambiará» porque estas tecnologías harán parte del paisaje y de cualquier manera pasaremos a identificar a quién use mejor o no la calculadora. La curva de aprendizaje se transformará y tendremos quienes gracias a las IA escriban menos o digiten más…
El mayor dilema es y será siempre, cómo integrarlo efectivamente en las prácticas que evalúan o le dan lugar a lo que se hace con ello y lo que no… ¿Cómo reconocemos una foto retocada y qué valor estético le damos? si hemos reconocido el grado de «photoshop»… ¿Acaso interesa?
Nos vamos acercando a las claves de la integración. ¿Qué tareas agregamos?