La forma en la construimos valores y a la vez valoramos comportamientos o nos comunicamos no se sucede (aun) de la misma manera en el escenario de la interacción virtual y en el de la interacción física. Nuestra sociedad no ha constituido sus pilares de la misma manera en la que no nos movemos igual en tierra y en agua. Para transportarnos en tierra podemos hacerlo con nuestros propios medios, pero para hacerlo en agua, indefectiblemente requerimos de alguna ayuda, sea acoplada (tanque, respiradores, aletas) o externa (lancha, buque, barco).
Esa ayuda, la que nos permitiría movernos como peces en el agua al enfrentarnos a los usos de tecnología en familia, son la comunicación sin fronteras y la reflexión compartida.
No se trata de hablar solo cuando estemos frente a una pantalla, alguna tecnología particular, o de pensar en lo que compartimos solo si es con algún aparato. Debemos promover una posición activa, una actitud comunicativa frente a los escenarios que tienen que ver con el crecimiento con y sin pantallas, sin restricciones. La reflexión compartida no se trata de adoptar una posición de maestros cada vez que vamos a hacer algo con tecnología; se trata más bien de por medio de las preguntas «tranquilas», no inquisidoras ni de corte «académico», acercarnos a lo que está interactuando con el niño: sea la tableta, el celular, el computador o incluso la televisión.
Como familia no podemos darle el poder a la tecnología para que cree fronteras en la comunicación que debemos promover con ella. Debemos fomentar actitudes y valores que promuevan una actitud activa (comunicativa) ante la presencia de aparatos en el escenario familiar. Si se trata de un juego, quizás no jugarlo juntos, pero si charlar ocasionalmente sobre lo que se hace en el juego, sus personajes, los retos y metas que ha alcanzado en él; incentivar su uso o promover la reflexión acerca de su utilidad fuera del contexto del mismo juego (¿qué piensas de haber ganado así? ¿supiste cómo hacerlo la próxima vez? ¿y qué pasa si no hubieras hecho eso o lo otro?), sin tomarlo tampoco como comodín para asumir una actitud «arbitral» o de represión explícita (¿y si eres capaz de pasar ese nivel por qué no arreglas tu cuarto? o ¡no te dejo volver a hacerlo hasta que no hagas la tarea!)
La tecnología, si tecnología, debe ser un instrumento a favor de la construcción del individuo, no un generador de cortinas o áreas restringidas que le impidan su desarrollo en todos los escenarios que estén a su alcance. La construcción del individuo pasa por la libertad de expresión, el reconocimiento de una identidad por medio de esa expresión y el hallazgo de lo otro, el otro o los otros como reflejo-contraposición-acompañamiento-complemento de su misión en sociedad. Si no sirve para comunicar y comunicarse en ese escenario, no es tecnología, es un simple aparato.
Esta es una breve continuación de la reflexión que comenzamos aqui