Escribir digitalmente, DIY.

DIY, REMIX… Dos palabras que describen la forma en la que debemos proponer a nuestros estudiantes que escriban o por lo menos, que plasmen en un papel lo que por sus mentes proponemos construir.

Con varios padres de familia he podido constatar cómo las escuelas están desarrollando en cada estudiante más que las competencias para leer y escribir efectiva y creativamente, competencias en el manejo de impresoras e identificación de fragmentos y fuentes (tipos de letra) para copiar y pegar, incluso imágenes y gráficos sencillos. Las tareas, otrora propuestas para hacer pensar, ahora se resumen para muchos escenarios en compilar aquella información que la o el docente desea que el estudiante tenga presente para cumplir con otro producto más adelante: una nota derivada de un logro o un objetivo poco consensuado.

Y es que desdeñamos hasta las propias competencias para copiar y pegar, para hacerlo bien. De allí, que comience esta entrada con esas palabras en mayúscula: debemos proponer y fomentar en nuestros estudiantes competencias para:

DIY: «do it yourself». Que ellos (los estudiantes) sean quienes se responsabilicen de su aprendizaje, nosotros nos responsabilizamos de guiar por las rutas de ese proceso.

REMIX: «mezcla». El punto medio entre «copy» y «paste». Si les proponemos a nuestros estudiantes que hagan algo, y sabemos que lo pueden encontrar en internet, promovamos que con esos hallazgos se realicen actividades que involucren competencias y actividades de razonamiento crítico, pensamiento complejo u otras, de acuerdo con la edad, para que esos encuentros con la información no sean desencuentros con el conocimiento útil.

Para completar esta entrada, he decidido, para este momento y futuras referencias, agregar algunas recomendaciones para escribir haciendo caso de DIY y REMIX en medios digitales, con la inspiración de Guillermo Franco:

  1. Antes de escribir, recopilemos información suficiente. La fase previa a la redacción de un texto es esencial.
  2. Estructuremos bien lo que vas a contar. Todo texto es de algún modo una narración.  Ordenar correctamente las ideas no es tarea menor para alcanzar nuestro objetivo final. Es imprescindible recurrir al hipertexto. El uso adecuado de enlaces nos puede facilitar la construcción de la historia, especialmente si es demasiado larga. Además, los links pueden servir para ahorrar explicaciones que pueden interesar solo a unos pocos.
  3. La longitud sí importa. Todos los estudios en relación con la lectura en pantalla confirman que las historias cortas son más leídas que las largas. En este sentido, es también mejor escribir párrafos breves. Se recomiendan que no contengan más de 40 palabras. Si es imposible acortar el contenido, tendremos que acogernos a las consideraciones del punto 2.
  4. El titular, la puerta de entrada. Un buen contenido con un titular nada atractivo puede pasar desapercibido en el océano informativo que es la red. El ingenio y la creatividad no están reñidos con determinadas tácticas o estrategias relacionadas con el posicionamiento web y la visibilidad para los buscadores. Debemos captar la atención de quien nos lee. Y el titular es primordial para ese propósito.
  5. El enganche del primer párrafo. No solo es importante un titular llamativo, las primeras palabras con las que se encuentre el lector tienen que ser importantes y con aderezo. Es conveniente evitar artículos o términos vacíos y que no digan anda nada.
  6. Mantener la atención a lo largo del texto. No basta con impresionar al inicio, es preciso mantener la atención durante el desarrollo de la historia. Para ello, tendremos que utilizar recursos del tipo de palabras en negrita, ladillos y enlaces que rompan la uniformidad del texto corrido. La elección de las negritas debe responder a las ideas o argumentos más destacables, así como a los nombres propios o palabras clave que puedan resultar de interés de un solo vistazo.
  7. Sí a la pirámide invertida. Construir el texto de lo más a lo menos importante es una regla que no solo se puede aplicar a los textos en internet, sino que es conveniente hacerlo. Esto no significa que evitemos mantener la tensión de la historia, pero sí que los datos más relevantes se aporten en los compases iniciales.
  8. Elementos complementarios. El uso de recursos multimedia (imágenes, vídeos, infografías…) apropiados y vinculados al contenido es elemental para hacer más atractivo el texto, siempre que aporten valor y no sean un mero adorno.

Gracias a Bárbara Yuste.

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